enfermando a la par
¡Buenos días! Me levanto en sábado, en casa de mis padres, tras la resaca de una ruptura que por mi parte se formalizó hace once meses y resultó que no. Antes de marchar tenía una historieta con un colega, Juan. Un no sé qué con un amigo de la infancia, que nos conocemos bien y que él decía llevar enamorado años de mi. Claro está que no lo pude creer, eso de amar a alguien como yo que va y que viene. Sí es cierto que hace un año su mamá murió de forma repentina y él la encontró tirada en el portal de la casa. Fue traumática la repentina soledad, enfrentarse otra vez así a cocinar, limpiar, comprar y lavar la ropa... ya sabes, la peña que vive en la casa familiar por circunstancias mayores. El padre, francés alcohólico, era un maltratador nato, que acabó muriendo de cáncer tras años de enfermedad y prisión para la familia. La madre, al fin libre, no se ubicaba en la nueva vida, y si antes Juani no la podía dejar por defenderla del papá, al fin sola, no se ubicaba en la nueva vida, no podía dejar que el vacío de la casa se comiese la poca vida que le quedaba. Además era alemana, con las cosas claras y el horario rígido. Juani siempre almorzaba a las dos y cenaba a las nueve. Compraron un perro, un boxer atigrado, y ella lo paseaba en las mañanas y Juani en la noche. Hasta que una tarde, esperando a una amiga en el portal de la casa, el corazón se le paró. La amiga le había dado un gran plantón que él recibió dolorosamente. Y a partir de ahí, le enseñé a cocinar y a organizar un poco la vida mundana para perder el mínimo tiempo posible en esas banalidades necesarias. Y de ahí surgió en él un enamoramiento que, claro, sustituía a la figura materna. Y bueno, no estuvimos liados más que dos meses antes de mi marcha a Perú, y ni siquiera nos veíamos todos los días. Nos despedimos dejándolo todo claro. O al menos eso pensaba yo... Y ahora me encuentro que de repente tengo un novio que me ha esperado todo este tiempo, con una sonrisa de felicidad inmensa y que ha hecho una reforma total en su casa para ofrecerme un nido más confortable... Qué miedo me dan estas cosas!!!! Y sí es cierto que me llamaba todas las semanas a Perú contándome cómo iba la obra, los problemas con los hermanos, los papeles de la herencia... tú sabes, como un desahogo. En aquellos momentos puedes imaginar el esfuerzo que para mí suponía dedicar una hora semanal a tales superficialidades... problemas en la mayólica que poner en tu baño?????, y que el pintor no cumple con el tono de beige???? Pero ya sabes, los amigos se merecen lo mejor de nosotros, y a veces eso es nuestro tiempo, nuestra atención.
Y el tema es ese, que ayer me levanto y mi mamá me dice con sorna: "Y no vas a llamar a tu novio???", y ahí me quedo un poco flipada... (también me dijo que creía que era un poco corto, porque a veces le había tenido que repetir la misma cosa de diferentes formas para que al fin le entendiese algo. Algo habitual en gran parte de mis amigos, ya que nuestra infancia estuvo acompañada de alcohol, hachís, coca, anfetas, tripis... un poco de todo). Lo telefoneo para dar un paseo por la playa con los perros y paso horas ensayando la conversación. Estábamos sentados, él en la arena blanca y yo en una tumbona blanca aún olvidada del verano. Estaba frente a mí, y tras él el inmenso Mediterráneo, grisáceo bajo las nubes, bravamente atormentado. Yo le hablaba y el color de su piel se tornaba verdoso, amarillento. No daba crédito a mis palabras mientras las lágrimas salían tras mis gafas de sol ante el dolor que estaba infligiendo. Estábamos enfermando a la par.
Y el tema es ese, que ayer me levanto y mi mamá me dice con sorna: "Y no vas a llamar a tu novio???", y ahí me quedo un poco flipada... (también me dijo que creía que era un poco corto, porque a veces le había tenido que repetir la misma cosa de diferentes formas para que al fin le entendiese algo. Algo habitual en gran parte de mis amigos, ya que nuestra infancia estuvo acompañada de alcohol, hachís, coca, anfetas, tripis... un poco de todo). Lo telefoneo para dar un paseo por la playa con los perros y paso horas ensayando la conversación. Estábamos sentados, él en la arena blanca y yo en una tumbona blanca aún olvidada del verano. Estaba frente a mí, y tras él el inmenso Mediterráneo, grisáceo bajo las nubes, bravamente atormentado. Yo le hablaba y el color de su piel se tornaba verdoso, amarillento. No daba crédito a mis palabras mientras las lágrimas salían tras mis gafas de sol ante el dolor que estaba infligiendo. Estábamos enfermando a la par.
1 comentarios:
lo maravilloso de este breve relato quizá sea que encierra en sus breves líneas la historia banal de millones de amores extraviados, bajo la sombra a veces torva del malentendido, y a la par tiene la identidad de lo que le sucedió solo a la persona que lo escribió. todo depende, no? qué quieres ser?: tu número de dni o peruano; tu nombre propio o sujeto de la especie humana
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