martes, 16 de diciembre de 2008

Dilemas éticos a granel

Otra característica de mi entorno, además de un acentuado altruismo, y me disculparán que siga en una vena reflexiva, es que ese altruismo va acompañado de una gran capacidad para generar dilemas éticos en las situaciones que se confrontan. Tengo toda la impresión que los dilemas éticos hacen vivir más profundamente a las personas. Nada como un dilema ético para que la persona se encuentre frente a sus contradicciones más vivas, y escarbe dentro de sí mismo en las regiones cercanas al horizonte del dolor, del compromiso más hondo, de las bases sobre las que se asientan los actos y los impulsos.

Como en Doctor House, o como en los 10 mandamientos de Kiezlowski, estos dilemas éticos aparecen ceñidos en un gran marco de modernidad, y es claro que los asuntos sexuales, para la conciencia contemporánea, es una verdadera fábrica de problemas éticos en los que las personas se enredan a placer. Pero en mi "entorno altruista", la gama es tan alta como en los films de Kiezlowski, incluyen al Poder Judicial, al Hospital Regional, la reflexión sobre el aborto, sobre las condiciones del sistema legal, la idiosincracia provinciana y del mínimo esfuerzo en los centros laborales, en realidad hacen un cuadro tan complejo y movido, que tienen para ocupar una mente reflexiva durante varios años. Aquí en casa se sabe de los fiscales del Cuzco y de Salvación, de sus virtudes y defectos, es decir, toda una parte de la sociedad local y a veces de la mundial, y sus roles, son ventilados en esta cotidianeidad que me ha tocado por esta época. También están en la boca de las personas cantidades de dinero en euros y en dólares y en soles, que circulan para un proyecto y para otros fines múltiples e inmediatos, auditoría de los mismos, manejos dudosos, toda una gama de cosas en los que muchas veces hay que adivinar el interés que está debajo de los documentos. Yo no busqué esa cotidianeidad, y para personas cercanas esa cotidianeidad viene de hace mucho, hace mucho conviven con ese prisma de vivencias. En cierto modo, tenemos las series de la Ley y el orden o de Doctor House en casa, y eso puede aparecer muy atractivo para mucha gente, pero yo simplemente me quedo anonadado frente a esa multiplicación de dilemas morales y de situaciones límite, extremos de sensibilidad y de relación con la institucionalidad en lo que les sucede a los amigos, a la gente cercana.

De eso suelo no escribir. Estas páginas han reflejado no sólo pálidamente la vida cotidiana en el Cuzco, sino que prácticamente no la han reflejado. Y porque, en realidad y en cierto sentido, uno puede hacer lo que le da la gana con su escritura, e inclinarse por las historias que le provocan más placer. Mientras tanto, en este tiempo, me ha tocado estar revisando (con ayuda de Paco en el segundo de los casos) el Plan de Turismo de Lares (poblado en la Ceja de Selva de Cusco) y el Plan de Desarrollo Concertado de Chinchaypuquio (ambos pueblos de sectores rurales), es decir, observar lo mal que escriben los que tratan de orientar la realidad a punta de estadísticas y de expectativas que la vida mejore lo suficiente construyendo canales de riego y de mecanismos participativos en las instituciones locales. Y si se lee lo que acabo de escribir en "Misantropía y placer" se observará hasta qué punto todo cuanto ocurre se coloca en un nivel de paradoja muy palpitante. Quizás, un yo no habituado a tantos dilemas morales en simultáneo, y convivir con tantas formas de lo real, pueda colapsar, y no es extraño que así sea. Pero qué le podemos hacer, c'est la vie, y nada se puede hacer frente a lo irremediable.

Lo curioso es que, a pesar de todo eso, cada día gusto más de lo sencillo, y ese mundo de dilemas morales y enredos de la conciencia, no resulta del todo mi elemento.

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