sábado, 28 de noviembre de 2009

Nastassia Kinski en un telebanco (carta)

Llegó una carta de Oaxaca. Me hacen sentir bien mis amigos. Pasando a lo que me ocurre por esta época, pienso que está bien la distancia, y que voy a estar más lejos y más lejos, me imagino viajando y en muchos lugares y en muchas noches en medio de mucha gente, ellos bailando, y yo con la mirada tranquila y quizás sin demasiada expectativa. La fiesta de la Candelaria es una fiesta a la que no he ido, sin embargo, en uno de los tantos veranos hirvientes de Lima imaginaba todo lo que ocurría allí, las calles llenas de rondas de gente y el barullo de las bandas de música, la gente saliendo de las cantinas con el rostro sudado y ebrio y dirigiéndote frases ininteligibles. Recuerdo gracias a eso, por una sencilla asociación -venía en resaca esa mañana-, cuando estaba en Cajamarca tomando una manzanilla en una de esas teteras en cuya boca quedan libres unos tallitos de manzanilla con sus flores diminutas, pétalos blancos y un pequeñísimo botón amarillo. Los manteles con vasos llenos de jugo de papaya. En esa época arremetía con todo y nada me parecía imposible de remontar. Recuerdo un día soleado de Cajamarca, que es distinto a los de Cuzco, la luz es como más jugosa y amarilla, mirando desde el cerro de Santa Apolonia. Una cúpula plateada que refleja los rayos solares con violencia.

Era el año de 1988. No había ni señas de la displicencia y autoindulgencia actual, siempre aparecían exigencias personales y deseos muy fuertes de cambiar muchas cosas. Si te comento de París Texas, de esa película, es porque siempre me inquieta la idea de alguien que encierra un misterio involuntariamente, y sin hacerlo explícito jamás. Llevar endógenamente situaciones que no tienen un peso directo, pero que están empujando, dibujando, determinando las actitudes y también los pensamientos de las personas. Nastassia Kinski llegando en un auto a un telebanco y depositando un cheque. No sé porqué los camiones de Coca Cola y de Fanta me hacen recordar tanto a París Texas si en la película no aparecen. Y me gustan muchísimo esos camiones. Quizás porque cuando era niño iba con toda mi patota hasta el Rímac desde Miraflores a las fábricas de gaseosas. Cantábamos canciones tontas mientras caminábamos por zonas muy extrañas de Lima para la asombrada mirada infantil, con otra mugre, con mucha más mugre.

Prométreme que leerás "En el camino" de Kerouac. Desde 1995, que vengo sintiendo que no tengo raíces, llevaba en el brazo ciertos libros a la universidad. Muchas veces Isaac Bashevis Singer, otras Bruno Schulz, y otras Franz Kafka. Los leía poco, realmente, y no hará mucho tiempo volví a leer capítulos íntegros de El Castillo y me resultó del todo sorprendente volverme a topar con ese relato, reconocerlo de nuevo, y que fuera tan distinto a como lo imaginé en el pasado. Pero aunque los leía poco, al llevarlos a la universidad, me daban o permitían una sensación de continuidad. Continuidad respecto a un tiempo en que viví sumergido en los libros, ya que ahora, al caminar por las veredas de la universidad, todos los rostros eran otros. Había regresado de Cuzco pero también de un encierro interior que duró años y que parecía insalvable. En Cuzco, me parecía imposible ya volver a la cotidianeidad de la charla, y en el departamento en que vivía de Mariscal Gamarra, llegaba hasta a darme cabezasos en las paredes por la desesperación, ya que me resultaba muy difícil soportarme tan silencioso, tan carente de toda sensación y sentimiento. Y de pronto, volví. Y me fui inclinando hacia Isaac Bashevis Singer porque era sencillo y divertido y fresco, y sus personajes tenían un don para la conversación maravilloso.

Me imaginé la fiesta de la Candelaria repletísima de imágenes, y de pronto en un momento tuve tristeza por esa ebullición interior tan amplia. Vi las fotos del Boletín de Lima sobre la fiesta de La Candelaria y quizás fue eso, que en otros tiempos yo mandaba esos artículos sobre esa fiesta hacia Puno en sobres, cosas inútiles ya para mantener los lazos cuando la distancia lo opacaba todo.

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