domingo, 30 de agosto de 2009

De cómo, a veces, se puede llegar a saber de la existencia de un inmortal

Han pasado los días y lo único que me ha mantenido vigente y con sentido de lo que hago, con sentido de mis actos, ha sido el estudio. He perdido hasta la noción del tiempo en los últimos días, entregado al estudio. Hernán me ha involucrado en la vida de las tareas y los actos, heredándome sus trabajos. A diferencia de él, puedo no tener un centavo y estar tranquilo. Puedo no hacer nada, y estar rascándome las pelotas, como dicen los argentinos, y estar así todo el día, tranquilo y contento. Y me gusta así, no estarme preocupando a cada momento de las demandas de la vida cotidiana. A veces, al empezar la mañana, bajo a la bodega, compro la mitad de un queso (a 3 o 4 soles sale la mitad de un queso) y un jugo de durazno en caja, grande, y puedo olvidar el resto de cosas, porque sé que con eso me basta para pasar el día entero entre libros y películas. A todo esto, la soledad es un bien precioso. Casi me deslumbro de poder activar el control del DVD, y ver en mi habitación, mientras amanece en el cielo de Cuzco tras las cortinas, las imágenes de Harriet Anderson desnuda corriendo a bañarse en el mar en la película de Ingmar Bergman, “Un verano con Mónica". Bergman es un gran compañero de las personas que, repantigadas entre las frazadas de la cama, y sintiendo sólo un frío que se vuelve placer, no quieren saber nada de nada de las complicaciones y ansiedades de la vida cotidiana. Dirán que Bergman tiene sus propios dilemas interiores, densos y difíciles, y a veces, en vez de permitirnos rehuir de las cosas, sus películas nos someten a una tortura mayor o unos más ávidos pensamientos respecto a los conflictos entre las personas –no lo niego-, y nos hacen por lo demás, recrear duramente los propios, pero la verdad es que “Un verano con Mónica”, ha sido un entero pasatiempo esta mañana.

Quizás mi destino sea la de acabar de mendigo, y marchando a la deriva por las calles, pero ese destino posible no me produce ningún temor. Y sin embargo, una vez adquirido un compromiso, me alejo del vagabundeo que me da felicidad, porque no sólo es estar encerrado viendo películas y leyendo libros el asunto, sino vagar por las hermosas y soleadas calles de Cuzco, -sentarme en las plazas y estar como un sonso mirándolo todo-, pero ahora, como el trabajo demanda toda una investigación histórica sobre el Valle Sagrado de los Incas, en el Cuzco, a partir de que este trabajo me fue encargado, casi no he parado de estudiar y estudiar. Todo mi tiempo está ocupado y quisiera de verdad, que el día tuviera más horas, y mi organismo y mi atención e inteligencia se pudiera desplegar más largamente cada día, porque a mi curiosidad una vez lanzada, le cuesta detenerse, y es más bien una frustración no poder leer y aprender más cosas cada día, porque se llega cansado a la noche, y no queda otra posibilidad que dormir, para seguir estudiando al día siguiente al rayar el alba. Para el caso, las lecturas históricas me parecen fascinantes, y para mi constituye un deleite inefable perderme entre las páginas de Pedro Cieza de León y los enfrentamientos entre Hernando Pizarro y Almagro, o las páginas del padre mercedario Murúa sobre lo violento que era Mayta Cápac desde niño, todo eso me entretiene bárbaramente, y al final los informes de trabajo me salen así, con ese gusto grande que proviene de las lecturas, y una vez presentados los informes me terminan debiendo dinero, y me comentan que el informe está realmente lindo y serio, y resulta que “soy útil para la sociedad”, sin desearlo especialmente, útil para una sociedad que, sinceramente, no me gusta demasiado. Me gustan las personas y mis amigos, muy mucho, y lo que les ocurre, pero en cambio leer sobre el lío de Eva Bracamonte y Liliana no sé qué en los diarios, del asesinato de la madre de la primera, por una herencia, me resulta menos que indiferente, una estupidez sin término que el dinero asole y destruya sus vidas, y prefiero trepar a Sacsayhuamán a ver cómo las cometas vuelan en el cielo, y los chibolos se resbalan en el Rodadero como por toboganes, y no lejos, las inmensas piedras incas ya proyectan una herbosa sombra.

También, dicho sea de paso, me produce consternación todo lo que pasó al llegar los españoles al Perú. No tenía mucha idea de hasta qué punto fueron abusivos. Me había quedado con la idea de la masacre que hubo tras el apresamiento de Atahualpa en Cajamarca, en realidad en la crónica de Cieza de León hasta se llega a sentir al caer la tarde de ese día, después del asesinato de muchos indígenas a mansalva y de los capitanes de Atahualpa, después de tanta violencia desatada, cómo se hace un silencio entre los prados verdes de Cajamarca, y una profunda sensación de transgresión va apoderándose de ese atardecer por la sangre derramada inútilmente. Cieza de León sabe transmitir lo dura y crispada que fue la acción de tomar al Inca, y producir todas esas muertes en cadena, muertes que vinieron de la nada, sin que hubiera una provocación de por medio. Es tremendamente visual el relato de Cieza de León, y también transmite el clima de tensión que se observa entre las huestes españolas que van subiendo hacia Cajamarca en la mañana, una tensión que va in crescendo hasta la captura, la incertidumbre y conciencia de los españoles, de estar ante un momento definitivo ante el que no parece haber otra posibilidad, simplemente, que vivirlo y experimentarlo. Con esa idea aislada de esa masacre , narrada por Cieza, me había quedado, pero luego, leyendo al propio Cieza y a Murúa, y eso es lo nuevo, resulta que las masacres de indios menudean como si tal cosa. Y aparecen nuevas cosas de las que sabía poco o nada, por desinformado, que me llevan a la consternación. La historia del apresamiento y los abusos sobre Manco Inca por los españoles son de lo más triste y oprobioso que cabe imaginar. Del todo natural que se rebelara y afincara en Vilcabamba para hacer la resistencia. No sabía bien esto o no lo había leido al detalle antes. Por ejemplo, no sabía que una vez asesinado Atahualpa por los españoles, y por las órdenes de Francisco Pizarro, éste puso en su reemplazo a otra persona en Cajamarca, nombró Inca a uno que se llamaba Tupac Huallpa, con el que viajó por tres meses hasta Jauja, hasta que este Tupac Huallpa se enfermó y murió. Sólo duró tres meses. No sabía nada de este Tupac Huallpa, ni una sola palabra, pero menos sabía de los maltratos a los que había sido sometido Manco Inca, que fue el siguiente Inca nombrado, al llegar Pizarro a Cuzco, en la entrada de Limatambo. El hecho de que la primera vez que había querido salir de Cuzco y desprenderse un poco de la compañía de los españoles, lo habían cogido en el valle de Yucay y los Pizarro (Juan y Gonzalo, Francisco estaba en Lima y Hernando rumbo o en España, al parecer) lo habían llevado preso, le habían meado encima, e insultado de lo lindo los muy pendejos. También a Gonzalo Pizarro le había gustado la mujer de Manco Inca, la coya, y se la había reclamado, para tirársela. Pobre Manco Inca, había disfrazado a una de sus sobrinas, una que se llamaba Inguil, con el traje de la coya, y cuando se la había entregado a Gonzalo Pizarro, Inguil, que era casi adolescente, se había puesto a chillar, y se había tratado de escapar y volver junto a Manco Inca, y éste también prepotente, le había gritado para que se fuera con Pizarro, imponiendo su autoridad de Inca. Qué maldad, me dio pena, no me dio risa. En realidad nada de esto le va a la zaga a Eva Bracamonte y su consorte y el asesinato de su mamá, convengo en eso, pero cabe hacer la salvedad, que se trata de unos sucesos tan ignorados, tan olvidados, los que leo en esos textos antiguos, que se revisten en mi imaginación de una fuerza más cierta y más real, y que dicho sea de paso, me sirven para entender mucho más mi gusto por la soledad, por el aislamiento, que los actos y sucesos de una chica judía de Lima, que simplemente sólo resultan redundantes de una manera de vivir, que no me agrada ni sugiere nada en particular. (Por si acaso, y para salir de tristes malentendidos, para mi tanto me da que la chica sea judía o musulmana, o que sea devota de Alfa y Omega y los OVNIS, que finalmente mi poco conocimiento de las chicas judías de Lima me ha hecho sentir que por término medio, y sin haber profundizado nada, suelen ser más limeñas que judías, y que para darse cuenta de esa característica, generalmente sólo se piensa luego que se sabe que han estudiado en el colegio León Pinelo).

También hay algo que me parece haberme percatado y no creo que sea el primero en decirlo, pero la crónica de Pedro Cieza de León es un gran pero gran libro de literatura, y quizás lo que sea natural, es que su reconocimiento como tal, recién ha dado inicio, porque debido a los avatares increíbles del manuscrito, recién ha comenzado la lectura de este libro de manera completa el año de 1983, cuando apareció en la Biblioteca Vaticana, gracias a la donación que hizo la reina Cristina de Suecia (la reina que se carteaba con René Descartes), quien a su vez poseía un ejemplar de Cieza que posiblemente fue adquirido en Amberes, a donde envió esta reina a comprar toda clase de manuscritos a uno de sus dos bibliotecarios, precisamente un naturalista que tenía mucho interés en América. Así que recién nosotros, somos la primera generación que tenemos acceso a la crónica completa, a este espectacular y humano relato de los acontecimientos de la Conquista, que por lo demás, tienen un estilo tan elegante y noble, que debe ser de verdad una de las expresiones mayores de la literatura del siglo XVI. Durante mucho tiempo sólo existió La Crónica del Perú, que fue publicada en 1548, que es un delicioso relato geográfico, y muchos pensaron que Cieza era sólo eso, luego Jiménez de la Espada publicó otras partes sobre fines del siglo XIX, pero ahora lo tenemos todo, y pienso en particular, que es un libro que se merece un lugar, no sólo entre los documentos que revelan la historia del Nuevo Mundo, sino junto o al lado de los grandes autores del siglo de oro español, y las grandes expresiones de la literatura en lengua castellana.

La otra cosa graciosa, o no tan graciosa, no lo sé, es haber descubierto que un personaje muy relevante de los documentos Miccinelli, Francisco de Chávez, es una especie de Forrest Gump de la Conquita. Los documentos Miccinelli, fueron encontrados hace unos años en Nápoli, y han desatado gran polémica porque si fueran ciertos, le quitarían la autoría de la crónica de Guamán Poma de Ayala al mismo, y se la otorgarían a Blas Valera, entre otras cosas. Los historiadores más serios, ciertamente, los niegan y consideran falsos. Juan Carlos Estensoro apuntó por ejemplo, que se utilizaba en estos documentos la palabra genocidium, que era imposible según él, en los documentos del siglo XVI, porque remite a un concepto que en ese entonces no existía. Se tratarían de documentos fraguados, aunque se desconoce cómo, ni tampoco porqué, aunque dado el trasfondo indigenista que trascienden estos documentos, y la importancia capital que en ellos tiene Blas Valera, se presume que serían parte de una conspiración jesuita para deslegitimar la presencia y el dominio español en América. Uno de los personajes más mentados por una carta que da una nueva versión de la captura de Atahualpa, es Francisco de Chávez. La carta cuenta como los capitanes de Atahualpa fueron envenenados con arsénico puesto en el vino que los españoles les alcanzan para saludarlos, y está firmada en 1533 por Francisco de Chávez, y se debate con pasión, si esta carta, como todos los documentos Miccinelli, tienen validez. Son, por supuesto, los historiadores los que se apasionan, en sus ganas de ceñirse a algún tipo de verdad histórica tan objetiva como la objetividad misma, porque nosotros, los hombres de a pie, resultamos cautivados, por ratos, con este extraño policial jesuita-indigenista, que resulta de estos documentos. Sin embargo, algo inusitado que ha ocurrido, es que una vez que este Francisco de Chávez ha tenido alguna nombradía debido a esta carta-Miccinelli, en nuestras lecturas, qué forma de encontrarlo por todas partes a este personaje!!!.En la crónica de Cieza de León no deja de aparecer, enviado por Francisco Pizarro a develar la rebelión en los Conchucos, y donde finalmente empala a los rebeldes. Cristiano, mi amigo italiano y compañero de biblioteca y de diálogos inagotables sobre estos temas, lo encontró también en las cartas escritas por los conquistadores publicadas por Raúl Porras, reclamando un tesoro en Arequipa, el tesoro del ex marido de su mujer, yo lo he vuelto a encontrar de partidario de Almagro y en su camarilla más cercana, luego cuidando a Hernando Pizarro cuando lo apresa Diego de Almagro en el Amaru Cancha, y Ricardo Palma, el autor de las Tradiciones Peruanas -que casi todos consideran poco fiable desde la perspectiva de su información histórica-, también lo menciona en el momento del asesinato de Francisco Pizarro, acompañándolo a almorzar. A Francisco de Chávez, pues, nos lo encontramos hasta en la sopa, o hay varios Franciscos de Chávez o este tenía un don de ubicuidad increíble, porque para colmo, tiene roles protagónicos a cada momento. O tal vez sea una de esas personas inmortales que siempre han existido, y gracias a estos polémicos documentos Miccinelli, por fin hemos dado con uno de ellos, un inmortal, uno de esos vampiros que pasan desapercibidos en todas las épocas de la historia, convirtiéndose en eficaces instrumentos que coadyuvan, para que nosotros, solitarios y anti-sociales lectores, no tengamos otro presente que el que tenemos ante nuestros ojos. De otro lado, un hecho que suscribe esta duda cinematográfica de mi parte, o de serie de televisión, es que puestos a revisar al detalle, nombre por nombre, los españoles que conjuntamente con Pizarro, reciben una parte del tesoro de la captura de Atahualpa (y la lista, que señalan los historiadores es la más confiable, es precisamente la de Cieza de León), pues, el ubícuo Francisco de Chávez simplemente brilla por su ausencia, no aparece, no está.

Pasó Javier por Cuzco para hacer la evaluación de la Casa Campesina del CBC, y las visitas de los amigos de Lima a Cuzco siempre resultan toda una cosa movida y nueva, y mi único designio ha sido pensar que podría influir para que Yanet, la persona que me dirigía cuando trabajaba en Chumbivilcas, pase a dirigir o a darle vida a esa institución. La verdad es que le haría un bien tremendo a los proyectos que tiene esa institución con el campesinado cuzqueño y cotambambino (es más, este es un caso en que pienso que podría hacer un bien definido al propio campesinado) , pero bueno, no creo que nadie me haga caso. Claro, lo más probable es que no pueda influir lo más mínimo, y en todo caso, la verdad es que quien puede influir es Javier, y sabe Dios si con su buena predisposición, eso pueda siquiera asomarse en la mente de quienes dirigen estas instituciones. Ojalá, de verdad, otra cosa es que Yanet quiera, que como todos nosotros, tiene la psicología compleja y es difícil prever su juicio sobre cosas que más bien, requieren una reflexión y decisión personal. Estoy pues, desapegado, almuerzo y ceno en el café de Ada y ese es todo mi contacto humano, y me he dado cuenta, que en este momento, me basta y me sobra departir con Ada y sus hijos, y con los chicos que paran allí a la hora del almuerzo, Osho, su hermana Elizabeth, y eventualmente me siento con la señora Estela, y hablo de lo primero que me viene a la cabeza. Sólo cosas cotidianas hablo con la señora Estela. Separarme de vivir con N. y sus hijos, que ya hace un buen tiempo que ocurrió, hacia los primeros días de febrero de este año, me ha hecho bien y mal al mismo tiempo. Claro, en realidad no tiene gran importancia si me hizo bien o mal, pero da la casualidad que yo también existo. Me ha hecho mal, creo, porque quizás la gran variedad de situaciones humanas ligadas a N. simplemente me exigían que fuera una persona que desconozco en más de un sentido, o a veces del todo, su intensidad lo era todo y eso siempre me ha gustado, sin pensarlo estabas ya en el Hospital Regional atendiendo un caso grave, tratando de hacer lo posible por resolver cosas y situaciones de la vida de personas que por lo general, tienen todo tipo de dificultades y limitaciones. Y ella era hermosa y entregada para seguir y estar llana a lo que ocurriera, comprometida y con sus cinco sentidos volcada en situaciones de personas que, necesitaban realmente esa ayuda. Ya eso en sí mismo, estar en el suceso de forma directa y sin filtros ni atenuantes, era un aprendizaje, las situaciones límite te ponen a prueba y sacan hasta la última gota, hasta el último sentido que puede manifestar lo más interior y lo más contradictorio de las personas que lo confrontan. Entonces me ha hecho mal porque me deja desamparado de experiencias que son del todo valiosas y que no quería perder. Me deja desamparado de ella, también, pero eso es algo a lo que no quiero aludir. Todo eso hacía que sintiera a las otras personas en la profundidad que puedo sentirlas, que seguramente es muy poca, pero también al parecer este distanciamiento me ha hecho bien, porque todo ha vuelto a cobrar sencillez e inmediatez, y porque mi vocación de estudio, finalmente, me gusta y también es así que vivo con toda intensidad. ¿Vale más tener muchas experiencias, estar preocupado por los demás y sus problemas, y aprender de ellos?. Que vale más que todas mis exploraciones históricas, y mi dedicación al estudio, yo no tengo duda. Aparecerá otro que leerá las mismas cosas, y escribirá cosas semejantes a las que yo escribo, porque la imaginación humana es finita (y hasta me atrevería a decir "muy finita"), en cambio personas que estén en los momentos claves y más importantes del resto de las personas, pues esas son más escasas y casi imposibles. Quizás eso lo sea todo, no lo sé. Nunca negaría que es un don precioso tener esa conciencia tan entregada a los demás, y me parece que las personas con ese tenor de altruismo son imprescindibles y me gusta definitivamente que tengan una importancia capital para los otros como la han tenido para mi, o hasta no tengo ningún reproche si esas personas altruistas me desdeñan y me eliminan de su entorno y vivencia, pero yo no sé, verdaderamente no sé, si eso vaya del todo con mi naturaleza, porque como la cabra que tira para el monte, una vez que me han dado la oportunidad de desvariar y abismarme en los conocimientos de la historia, me he abstraido y he dejado del todo, cualquier otra cosa.

(Esta es precisamente la escena que menciono al empezar este relato, aquí claro está, aparece como "Mónica e il desiderio", que al parecer fue el título italiano de esta película. Mónica y el deseo).


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