jueves, 3 de junio de 2010

Corpus Christi

Ya me he sentido bastante distante de N. Todo se ha ido configurando de un modo tan distinto ahora. Ocurrió algo un tanto sorprendente, pero con el pasar del tiempo, he sentido ya, sorprendente pero muy a tono con N. Ella, a veces, nos somete a los cambios bruscos en sus expectativas y necesidades, con inmensas tempestades de temperamento andaluz, y aunque por ese entonces lo sabía, otra cosa es experimentarlo. Bueno, generada la distorsión y alejada N. de mi vida, volví a un mundo que en lo emocional suele elevarse casi nada de la llaneza más aburridora, con sus programas de radio al empezar la mañana, a una lastrada lógica laboral de soles y responsabilidades un poco abúlicas, pero en lo personal estaba bien, el sol caía sobre mi cara, cada vez podía estar más claramente inmerso en mis pensamientos, y quien sabe si después, bajando del ómnibus en una tarde calma y calurosa de un pueblo de Corrientes, en la Argentina, o llegando a ver el mar en la costa de Valparaíso, alguien que era yo y que soy yo sintiera ya profundamente las cosas, y estaría contento en un nuevo vagabundeo.

Ahora casi vivo en una oficina, y después de un mes de escuchar grabaciones de funcionarios culturales de los países de América Latina, he vuelto a pensar en mis libros. Uno sobre las sociedades complejas que empieza con un ensayo de Eric Wolf, y en realidad me gusta la forma cómo redacta sus pensamientos, y como luego hay un ensayo sobre los casos de psicopatologías en Glasgow, Escocia, estoy con alguna expectativa de saber una cosa que otra sobre las enfermedades mentales en Escocia. Después, respecto al facebook, que fue una magnífica forma de concentrarme y olvidarme de muchas cosas, me hace pensar en lo poco que utilizamos estas herramientas tecnológicas para cosas verdaderamente interesantes.

En fin, en Cuzco es Corpus Christi y yo siento un poco insoportable los grupos de borrachos en las calles a plena luz del sol, toda esa ficción de comunicación entre risotadas y comidas típicas que coloridas, son infalibles para inundar las calles, y no es que lo popular no me ilusione, me gusta, es sensacional pasear por el mercado Casccaparo al amanecer y ver todas esas lechugas brincando al suelo y que las pongan en montones en sacos sobre la espalda, pero esos señores de terno azul que recrean hoy día la vida institucional cuzqueña con sus jerarquías y prestigio social de esa manera vocinglera, me sumergen en el más profundo de los distanciamientos, y siento que son unos desgraciados amantes de la repetición, tan malos como cualquier otra cosa mala que quepa en el mundo estos funcionarios que comen chiri uchu, al pobre cuycito en el hermoso sol de la mañana del Corpus Christi cuzqueño. Y siento que al terminar del día debía generarles a todos un vacío interior del carajo, pero sucede que no, que están dispuestos a hacer conversaciones idénticas cada Corpus, cada noche en que el alcoholismo se ceba en todos nosotros
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