viernes, 21 de diciembre de 2007

¿Quién le teme a Sylvia Plath?

Es un poco verdad, mil cosas por estos días, sobre todo los últimos diez en que no he parado, de noche en noche. He estado en tantos sitios, he visto tantas caras, y he hablado tantas cosas con tanta gente que ya no sé si es verdad o si he soñado la mitad. Con L. he paseado por todos los bares que conozco y en donde hemos puesto los pies algo hemos dejado, y eso es un decir. Hemos llevado a la fama a un par de bandas armándoles una fiesta de una, bailando sin piedad, hemos desaparecido sin pagar, hemos corrido antes que nos vayan a joder de verdad. Hasta hemos llamado a la policía desde la puerta de un bar para que el idiota prepotente de la puerta de un bar, el de la "seguridad", que me bajó del escenario con una patada, aprenda una lección o por lo menos, si esa no es una posibilidad en su pequeño cerebro, para que simplemente se muera de rabia por un rato (finalmente la policía intervino el lugar y vaya a saber qué pasaba allá dentro, qué encontraron, ya que terminaron cerrando el sitio. Ni pena me da...ese idiota).

L. se fue ayer, en realidad me hubiera gustado que se quedara un rato más, pero si eso hubiese sucedido además que la banca se hubiese roto, habría terminado detenida en una comisaría aquí por troublemaker. Todavía tengo el ojo morado del puñetazo que me pegaron en el bar, por ladilla supongo, la verdad es que ni sé quién fue, sólo tengo el recuerdo de sentir algo en el ojo y después ver de pronto todo negro.

Hoy otra vez sola ha sido todo calma. He recorrido toda la ciudad desde las doce hasta ahora, buscando cafés donde trabajar. La cosa está difícil por el frío, me dicen, yo de mesera no tengo experiencia y ojalá siga soleado hoy , hasta bailando he estado con el chaleco rojo bombero acolchado que no me he quitado desde hace una semana que me lo compré en San Francisco. Mis conocidos por aquí dicen que he cambiado, que tengo un problema, o es un mal momento en mi vida, pero así es no más, y yo creía que así había sido siempre , pero parece que no, o es que no se había dado cuenta nadie que así me comporto?. Por eso, bruta y honesta, todos andan medio-molestos ahora conmigo. En fin.

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