sábado, 9 de mayo de 2009

Otras coordenadas de pensamiento y sensibilidad

He entrado ya a un estado muy distinto a los que me configuraron interiormente hace unos meses. De parar con Javier y Bea, y más por el tipo de recuerdo que trae esta última (Javier y Bea son pareja ahora y yo lo celebro), parece que las coordenadas internas en las que me estaba desenvolviendo comienzan a ser otras. No tan otras, pero ya hay algunos pensamientos más ligeros y también los recuerdos han comenzado a posicionarse con entera claridad. Para mi son básicos los recuerdos, cuando estaba en Chumbivilcas sentía que prácticamente no vivía, nada significaba para mi salir los viernes o sábados a las discotecas, o el mismo trabajo si bien me resultaba grato, no incidía mucho en el sentido de los acontecimientos más de fondo de mi vida. No quería que fuera así, pero así era. Lo que verdaderamente parecía significar mucho para mi era la media hora en la tarde, muy de tarde en tarde además, en que parecía recordar. Es decir, extrañamente, toda mi expectativa de vida se hallaba en un territorio netamente subjetivo e invisible, podía cantar al ducharme y los compañeros de trabajo me comentaban alguna cosa, se sentían sorprendidos de ese hábito que es tan común entre los humanos de cantar en la ducha, o podían darse las historias de fantasmas con que Carlos Cerrillo matizaba las impresiones del día, pero nada parecía calar dentro de mi sino los 15 o 30 minutos que yo estaba abstraído y fuera de la realidad, en el territorio más real de mis recuerdos.

Bea, claro está, me trae recuerdos. Y no creo que sea gratuito que luego, en los días siguientes, haya iniciado un nuevo ciclo de lecturas, y que los cuestionamientos (el odio) hacia mi mismo sea más profundo. Ella es como un pasadizo, un puente hacia un pasado en el cual nada estaba definido del modo como lo está ahora,en ese entonces todo parecía vivencia en bruto que no podía procesar, y que ahora pienso, mejor era así, no procesable. He vuelto a leer Yawar Fiesta de Arguedas entre ayer y hoy, y he avanzado con la lectura de "En pos del tributo en el Cuzco rural (1826-1854)", en ambos casos, aunque sea una realidad solitaria en la que esté apartado, encerrado todo el día leyendo estos libros, sin embargo, es como si se soltaran nuevamente amarras hacia mundos de sensibilidad que desplegué en un momento, y luego, silencié. Este último libro me ha permitido hacerme una idea de los procesos histórico-sociales en Chumbivilcas y Cotabambas sobre fines del siglo XVIII. Yo pasé los primeros meses del año 2001 viviendo prácticamente en la biblioteca del Centro Bartolomé de las Casas en Cuzco. El trabajo que hacía era de investigación histórica, iba también por el Archivo Arzobispal y por el Archivo Departamental de Cuzco, en este último tuve la suerte de conocer al gran Hernán Sullca, amigo como no hay otro en este aciago mundo. Lo que venía investigando era la historia de Haquira, y bueno para poder elaborarla, tenía que cruzar información diversa, y encontrar un documento que alumbrara, explícitamente, una parte de la historia de Haquira era todo un hallazgo. Así que cuando aparecieron las 3 páginas de la crónica agustina de Ramos Gavilán sobre la virgen de Copacabana (1621) en que hacía mención a un indígena de Haquira que comenzó a predicar contra el catolicismo en 1596, y procedieron a quemar las cruces y símbolos cristianos en Mara, Piti y Haquira, resultaba toda una felicidad indagatoria. En ese entonces, se sentaba frente a mi en la biblioteca Marisol de la Cadena, y me hablaba de la investigación que estaba realizando en los diarios y revistas de Cuzco de los años 20 y 30, para ilustrar con mayor precisión el asunto del tema racial en la sociedad cuzqueña, y yo le citaba textos bastante desconocidos de los viajeros europeos en Perú del siglo XIX, porque es una locura y un placer grande leer a esos viajeros, anécdotas donde la sociedad peruana se retrataba casi desnuda respecto a eso (por ejemplo, el texto que está en Charles Wiener, en el que en una hacienda pasa un chino y defeca junto a un caballo...o los textos de este mismo autor en que los chinos son golpeados por los negros libertos), que al final seguro no le sirvió de nada porque a veces los conocimientos que tengo vienen precisamente de mis recuerdos, y de fragmentos de vida dedicados a la lectura con un placer inefable. Ella ni me recordará, estoy seguro que no me recuerda, pero su libro de "Cuzco, raza y cultura" editado en el 2004, está en la casa de N. en Cuzco...

También avanzo raudo en "Todas las Sangres" y tengo desde ya muchísimas, pero muchísimas observaciones...(post en formación, ja)

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