viernes, 21 de diciembre de 2007

Un robot necrofílico

Me he quedado hasta la tarde en la comunidad campesina de Cuyo Grande y me han traído a Cuzco en la camioneta Mitsubishi. Un lujo la camioneta, suerte que Cuyo Grande está a un tiro de piedra de Písac porque la camioneta sufre al transitar por los caminos de afirmado de las comunidades. Más en época de lluvias como ésta, en la que los caminos se tornan lodosos y también, peligrosos. Sin embargo, es curioso, muy curioso el día de hoy, por un lado mis pensamientos y por otro, la llamada telefónica de Eric. Hablaba en la camioneta con César de mi sueño de ir a Camaná, estar en la playa, caminar los sembríos y conocer al ajedrecista genio. También de ir a la Patagonia y si de tanto deambular podría volverme como Céline y llenarme de odio, y hace un rato me he enterado que a las 8 de la noche ha llamado Eric.

En la mañana, también había hecho una reflexión sobre los pensamientos que tenía de niño, respecto a dónde se iba el alma de la gente cuando moría. Claro, ahora pensaba otras cosas pero a partir de una idea semejante a la que tenía de niño. Andrés Caicedo, el escritor caleño, que se suicidó a los 26 años a dónde se había ido, que ya que era un escritor que daba tanto de sí no podía haberse esfumado. Había algo de déficit en su vida, no parecía que hubiera cerrado ningún círculo de experiencia sino que se mató en el centro de un remolino de experiencia que germinaba y germinaba, y que continuaba generando cosas únicas en los días previos a su muerte . Entonces no podía haberse ido del todo hacia otro lado. Después estuve pensando que Franz Kafka, en cambio, seguramente ya se había ido del todo. Coincidía con Stanislaw Lem que si hubiera un robot que tuviera los mecanismos creativos de la sobria imaginación del escritor de La Metamorfosis, y que a través de esta capacidad el robot lograra escribir los relatos que la muerte de Kafka hizo que no llegaran a ver la luz, el robot tan sólo escribiría un relato corto nuevo, tan exhaustivamente Kafka había desplegado en vida lo que necesitaba decir. Pensé también que me había dejado zombie de tristeza el relato MATERNIDAD de Andrés Caicedo, esa mañana, leído mientras se desarrollaba una reunión con los campesinos de Cuyo Grande: exponían las propiedades curativas de algunas plantas medicinales y yo escondiendo mis ojos haciendo pantalla con la mano porque Caicedo me había agarrado de cuajo, y una emoción grande me venía de la lectura de ese relato, cuyos efectos en mi ánimo tenía que esconder y guardar en secreto. Casi se me caía la cara de pena, pero tenía que escuchar lo que decían las señoras campesinas.

MATERNIDAD, hermoso y profundamente triste, que te abría una llaga en el corazón. Todo eso pensaba en la mañana. Pero esta noche Eric había llamado por teléfono y habló con Ada. Había estado con el editor allá en París, el editor millonario que tiene varios canales de televisión en Medio Oriente. Y me habían ofrecido trabajo en su editorial. Yo pensando en el alma de los muertos y ellos en París hablando de darme un trabajo en una de esas editoriales que tienen a verdaderos escritores. ¿Ya no volveré a Chumbivilcas y olvidaré ir sobre la tolva de los camiones en el viaje, tragar el polvo, latiendo de libertad, bajar el cañón del Huallpachaca en el río Apurímac, 16 curvas cerradas, varios muertos en su haber y la fija atención de los choferes, que siempre lo atraviesan con un poco de miedo?. ¿Me olvidaré que se ponen los huevos de corbata en la costumbre de los precipicios? Claro que olvidaré la costumbre de los rayos, truenos y tempestades en las inmensas planicies de puna de Chumbivilcas. Todo se olvida.
(diciembre del 2002)

2 comentarios:

Blogger K. ha dicho...

Pablo, esto está muy bueno, muchas gracias por compartirnos estas cosas...
Andrés Caicedo es un dolor en mi corazón. Una suerte de primo de Cobain para mí. Voy a buscar ese texto, Maternidad.
Besos y gracias de nuevo sr. Hermano.

21 de diciembre de 2007, 16:28  
Anonymous Anónimo ha dicho...

por fin he vuelto a leerte mi querido Pablo, el afgano.
Ha sido tan bueno para mi el haberte conocido, ya sabes.
Te voy a escribir pronto. Saludo tu blog con un abrazo
Javier

28 de diciembre de 2007, 14:26  

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