La Nueva Calata
Esta mañana estaba por pegar una nueva calata en las paredes de mi cuarto. Hay 3 calatas titulares en la pared, que son una verdadera delicia, y que viven ahí pegadas hace unos meses. Inevitablemente, me acuerdo de huevadas: en los tiempos que andaba con Phoebe y subíamos por una escalera de un edificio en Surquillo, antes cuando subíamos al bus y el ómnibus arrancaba de golpe, tumbando a la mitad de los pasajeros, y ella se ponía a putear al cobrador, al chofer (era la línea 9, que me parece en un momento voltea hacia Angamos), y yo veía contento que todo el mundo volteaba a ver qué chica más foraja era la que hablaba con una voz de chiquillo. El pelo rubio dorado, unos ojos de gato que iluminaban todo el ómnibus. Vaya, era paja andar con Phoebe por ahí. Y lo recuerdo porque una vez había salido como modelo en los catálogos de Unique, estaba fotografiada con unos ojos evanescentes, como si desperatara a la poesía a las personas que buscaban elegir el mejor cosmético, y le dije que me regale el catálogo, y ella al toque: -No, no, no. Después las pones junto a las calatas de tu cuarto y te estás corriendo la paja con eso, qué asco. Y bueno, yo le decía con toda la exageración de las frases que nos salen en limeño: -Regálame el catálogo, te juro que nunca en mi vida me he corrido la paja. Ella me miraba como si no me creyese un carajo. Luego, decía: -Qué triste es tu vida, si nunca te has corrido la paja. Y así se discutía con ella toda la vida, qué hacer si una chica sale preciosa, y al mismo tiempo, tan previsora, y nos habla así todo el tiempo.
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