sábado, 14 de febrero de 2009

Un poema en el cielo (momentos de idiota iluso)

El espíritu del café de Ada sigue intacto. Es precisamente de las conversaciones en el café, nuestro café sobre la calle Huaynapata en Cuzco, que se me ha ocurrido que alguien puede poner en el cielo de las ciudades un poema, algo bello desde una avioneta o un globo aerostático. Pero es muy difícil que yo pueda llevar a cabo esto y quizás no lo realice en vida. Es más, viendo mi dinámica de los últimos tiempos diría que es más que remoto que yo pueda materializarlo. Es bajo la misma idea que expresa la última escena del "Episodio de la Campana", de Andrei Rubliov de Tarkowski, cuando el niño llora doblado junto a una estaca y Andrei le dice rompiendo el voto de silencio: "Porqué lloras, la gente está feliz, el pueblo está feliz. Desde ahora iremos juntos por los caminos, tú fabricando campanas, yo pintando íconos".

Creo que el arte tiene sentido cuando brinda felicidad a las personas. Me dicen que esto también lo pensaba Aristóteles, que el sentido del arte estaba vinculado a la felicidad. Otra vez he vuelto a pensarlo leyendo el ensayo de Walter Benjamin sobre Baudelaire. Baudelaire escribe su poesía para el lector que no lee libros, al que todo le importa poco. Benjamin discurre en torno al endurecimiento de la recepción del arte y habla de los periódicos en términos que también hablabas, hay un desprecio por la "experiencia de la vida", los diarios son la muerte de la narración subjetiva. Es fácil percatarse que todo esto se ha complicado mucho con el advenimiento de la televisión, y toda la vastedad nueva de la actividad cinematográfica y radial, desde Walter Benjamin. Este endurecimiento. Por eso he pensado en la avioneta desde donde escribir un poema (en realidad he pensado en muchas avionetas colocando un poema elegido en simultáneo en ciudades como Barcelona, San Francisco, Chicago, Buenos Aires, Lima), unos poemas deslumbrantes como un amanecer en la selva del Perú. Atravesaría todas las barreras de la sensibilidad acostumbrada a la televisión, como los aviones sobre las Torres Gemelas. Una avioneta en el cielo desde donde se escribe un bello poema en pintura de color es un shock surrealista también.

Pensaba que se podía poner en el cielo el poema de Li Po, uno que dice: "Soy como un melocotonero que floreciera en hondo pozo...", es un bello poema que termina "Mi pensamiento, como el agua del río, corre y te sigue siempre", pero es un poema demasiado largo y muy poco práctico para copiar sobre el cielo de una ciudad. Lima es una ciudad fea, y por un momento pensé que tú, con todo tu atrevimiento, podrías hacerlo más fácilmente sobre París. Pero no sé en qué estás pensando, si sigues aburrido de Europa, si te has quedado dormido en la silla de la Eglise de Saint Sulpice, donde te miran atónitos todos los turistas seducidos por las rutas de Dan Brown y el Código da Vinci (un clochard dentro de la Iglesia de Saint Sulpice, hábrase visto!!!), y tú dormido ahí debajo del cuadro de Delacroix de Jacob y el Angel..o saber si estás conversando con la productora, esa señora muy gorda, con el pelo cortado al rape y rojo y que tiene grandes ataques de risa (Catherine Jacques?).

Estoy en Lima como te digo, pero tengo que salir para Cuzco. Hay otras cosas que me hacen pensar en las avionetas y aviones, o los globos aerostáticos, que es también nuestro modo de acercarnos y volvernos a ver. Jorge Chávez es un piloto peruano que intentó, el primero, de atravesar los Alpes en 1910. Murió en el intento. Su avioneta era un Bleriot. El vuelo partió desde París. Hay una crónica de Franz Kafka acerca de este vuelo de Jorge Chávez, pero se desconoce su paradero (dónde está la crónica, esto es algo que me dijo Gastón Garreaud y debe ser cierto)...pero seguro que conoces bien el texto de Franz Kafka sobre la feria de vuelos de avionetas en Rivoli, Italia. En los diarios de Franz Kafka él está en Italia en agosto de 1910, así que esto también hace probable la existencia de la crónica. Cuando Jorge Chávez atraviesa los Alpes hay un momento en que se desvía, y va hacia la casa de campo de Giacomo Puccini, cerca de Domodossola, él era aficionado a las óperas de Puccini...Sale de la casa y comienza a correr por el prado una niña rubia, que lo saluda...(es la hija de Puccini).

Estoy de acuerdo con las críticas que le hacen a Theodor Adorno de que su rechazo a la sociedad industrial lo llevó a refugiarse en las obras de arte más incomprensibles y difíciles, y no tiene mucho porqué ser así (estas críticas las hace Habermas, pero es cierto, demasiada atención se le ha brindado al enigmático Franz Kafka)...Yo quisiera que un poema copiado desde una avioneta en el cielo de una ciudad sea algo sencillo y hermoso.


Sé que Raúl Zurita, el poeta chileno, copió algo sobre el cielo de New York, pero en realidad, según he leído, era una necedad grande la frase que se le ocurrió.

(Carta escrita a París hace mucho tiempo)

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

No sabes lo bien que me haría el que de pronto en el cielo de Lima de un 2 de agosto apareciera un poema. Tal vez así sería más fácil llegar a la primavera.
Y si nos dedicamos a educar a los niños, como me decías, para que no le teman a sus iniciativas, si se impulsa cada una de estas, quien sabe y la próxima generación tenga un cielo lleno de poemas.

16 de febrero de 2009, 17:34  
Blogger David ha dicho...

La poesía siempre me ha gustado mucho y por eso disfruto de leer a diversos poetas cuando tengo la oportunidad. Creo que Chile es el país por excelencia de la poesía y ha dado muchos grandes poetas. Cuando tengo la oportunidad de pasar las vacaciones de invierno en chile trato de leer nuevos autores

1 de septiembre de 2013, 10:46  

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