miércoles, 6 de abril de 2011

Enfermando a la par

Te cuento una historia. No es una historia que me haya ocurrido y ni siquiera es una historia importante. Trata de una chica, sí, una que conocía y con la que hablaba mucho pues no había otra cosa que me gustara tanto como hablar con ella. Ella vivía en un edificio, en un cuarto piso, y por ese entonces iba a la universidad y todos los días estaba saliendo de fiesta. Ni siquiera sabía el motivo de tanta noche en vela, alcohol y fiesta, y muy libremente solía explicar que quizás se debía a lo desquiciante que era su madre, que cuando se casó y se divorció muy poco tiempo después quería todos los jarrones Ming que le había regalado el marido, que tenía mucho dinero, y que en realidad ella por muy jarrones Ming que fueran los hubiera tirado por el botadero de la basura, tamaño idiota como había resultado.


El día que se casó se pasó borracha toda la mañana porque estaba enamorada de otro que ya no veía y la vida se había vuelto tediosa, todo se había roto de golpe y los pedazos estaban por todas partes, como cuando un florero se cae y se hace añicos... Se preguntarán porqué se casaba, y la explicación es sencilla, y es que en algunas ocasiones cuando el placer de vivir cae en un abismo soso, muerto, ya todo da lo mismo. Cuando se casó pasó la mañana entera del día de la boda tomando uno tras otro trago de whisky, gin, una ensalada de licores fuertes, nada le importaba demasiado, y hacia las 4 de la tarde vinieron a verla a su habitación para hablarle del bouquet y de otros detalles matrimoniales, así que tuvieron que traerle toneladas de café, meterla en la tina con agua caliente y darle muchos chorros de agua helada en la cara para que volviera en sí, y así lograron recuperarla para la boda y después de ver al obispo vestido de verde que iniciaba la misa, hipaba y le daban ataques de risa de sentir el silencio respetuoso de los concurrentes, una cosa para morirse de risa según ella.

El obispo, claro está, hablaba sandeces durante la misa y ella seguía borracha en el altar con todos los hipos del mundo, y mirándolo con cara de incredulidad, ..."la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos y el perdón de los pecados", volvía a reir tontamente a esas palabras. También sentía a la gente que sonreía atrás con su ropa elegante y su simpatía, pero a lo único que atinó terminada la misa e iniciado el buffet y el agasajo fue irse corriendo de la recepción, tomar el primer taxi y llegar a casa, ahí se metió en su cuarto y se puso a llorar a mares, casi desde las 6 de la tarde hasta las mil y quinientas hasta que, luego de que le tocaran la puerta un millón de veces, entre ellos el marido preocupado una y otra vez, por fin se quedó dormida como un niño. En fin, luego me contó que el que se casó con ella resultó después un loco de mierda que hasta la actualidad le hackea los correos, y no sólo los suyos sino también de sus amigos, ofreciéndole regalos suntuosos que son en el fondo una huachafería sin nombre como regalar palacios en los canales de Venecia, cosas que en realidad este marido rico sí puede hacer, y que bien visto, otras mujeres sentirían como muy apropiados y muy justos a su natural encanto. Pero esa no es la historia. Yo contando la historia de su matrimonio, cuando la historia que quería contar era otra, y dado que ella las cuenta mejor que yo, dejaré que la narre de su propia voz, en realidad una pincelada que explica porque me gusta tanto escucharla.

Claro, esta historia me la ha contado después de viajar a Perú, porque ahora todo se encuentra diluido respecto a ese pasado "matrimonial" y no tengo mucha idea porque se me ha ocurrido referirlo. Mejor escucharla:

"¡Buenos días! Me levanto en sábado, en casa de mis padres, tras la resaca de una ruptura que por mi parte se formalizó hace once meses y resultó que no. Antes de marchar tenía una historieta con un colega, Juan. Un no sé qué con un amigo de la infancia, que nos conocemos bien y que él decía llevar enamorado años de mi. Claro está que no lo pude creer, eso de amar a alguien como yo que va y que viene. Sí es cierto que hace un año su mamá murió de forma repentina y él la encontró tirada en el portal de la casa. Fue traumática la repentina soledad, enfrentarse otra vez así a cocinar, limpiar, comprar y lavar la ropa... ya sabes, la peña que vive en la casa familiar por circunstancias mayores. El padre, francés alcohólico, era un maltratador nato, que acabó muriendo de cáncer tras años de enfermedad y prisión para la familia. La madre, al fin libre, no se ubicaba en la nueva vida, y si antes Juani no la podía dejar por defenderla del papá, al fin sola, no se ubicaba en la nueva vida, no podía dejar que el vacío de la casa se comiese la poca vida que le quedaba. Además era alemana, con las cosas claras y el horario rígido. Juani siempre almorzaba a las dos y cenaba a las nueve. Compraron un perro, un boxer atigrado, y ella lo paseaba en las mañanas y Juani en la noche. Hasta que una tarde, esperando a una amiga en el portal de la casa, el corazón se le paró. La amiga le había dado un gran plantón que él recibió dolorosamente. Y a partir de ahí, le enseñé a cocinar y a organizar un poco la vida mundana para perder el mínimo tiempo posible en esas banalidades necesarias. Y de ahí surgió en él un enamoramiento que, claro, sustituía a la figura materna. Y bueno, no estuvimos liados más que dos meses antes de mi marcha a Perú, y ni siquiera nos veíamos todos los días. Nos despedimos dejándolo todo claro. O al menos eso pensaba yo... Y ahora me encuentro que de repente tengo un novio que me ha esperado todo este tiempo, con una sonrisa de felicidad inmensa y que ha hecho una reforma total en su casa para ofrecerme un nido más confortable... Qué miedo me dan estas cosas!!!! Y sí es cierto que me llamaba todas las semanas a Perú contándome cómo iba la obra, los problemas con los hermanos, los papeles de la herencia... tú sabes, como un desahogo. En aquellos momentos puedes imaginar el esfuerzo que para mí suponía dedicar una hora semanal a tales superficialidades... problemas en la mayólica que poner en tu baño?????, y que el pintor no cumple con el tono de beige???? Pero ya sabes, los amigos se merecen lo mejor de nosotros, y a veces eso es nuestro tiempo, nuestra atención".

"Y el tema es ese, que ayer me levanto y mi mamá me dice con sorna: "Y no vas a llamar a tu novio???", y ahí me quedo un poco flipada... (también me dijo que creía que era un poco corto, porque a veces le había tenido que repetir la misma cosa de diferentes formas para que al fin le entendiese algo. Algo habitual en gran parte de mis amigos, ya que nuestra infancia estuvo acompañada de alcohol, hachís, coca, anfetas, tripis... un poco de todo). Lo telefoneo para dar un paseo por la playa con los perros y paso horas ensayando la conversación. Estábamos sentados, él en la arena blanca y yo en una tumbona blanca aún olvidada del verano. Estaba frente a mí, y tras él el inmenso Mediterráneo, grisáceo bajo las nubes, bravamente atormentado. Yo le hablaba y el color de su piel se tornaba verdoso, amarillento. No daba crédito a mis palabras mientras las lágrimas salían tras mis gafas de sol ante el dolor que estaba infligiendo. Estábamos enfermando a la par"