¿Pueden los fantasmas buscar la justicia y la verdad...?
Me impresioné. No me impresioné poco, me impresioné mucho. Subimos con Hernán por la Avenida El Sol y entramos a un edificio con muchísimas oficinas. Estuve medio lelo viendo todas las placas que habían en las puertas, las que decían "abogado","dentista", placas doradas como en el cuarto piso del Poder Judicial, que dice grande en la puerta de una oficina "Ilustre colegio de abogados del Cuzco". Pero en este caso estábamos buscando a una arquitecta, y nos hicieron esperar un momento hasta que llegó. Sacó del estante un libro grueso, con un empastado verde de cuero, que era su tesis universitaria, y de pronto dijo: -Esta es San Martín de Haquira. Si usted, incógnito lector, no conoce el pueblo de Haquira, en Cotabambas, Apurímac, le digo que no conoce un pueblo lindo lindo, con un gran peñón de piedra al lado de la plaza (la Qaqacárcel). Es una ignorancia desafortunada no conocer Haquira. Pero bueno, no se pueden conocer todas las cosas. El asunto es que por una serie de peculiaridades históricas el pueblo de Haquira tiene 6 iglesias coloniales, la concentración demográfica indígena en la zona parecía ser grande y entonces hay regadas en los alrededores de Haquira 6 iglesias que la mayoría de ellas están bastante abandonadas y destruidas.
Bueno, pero volviendo a la arquitecta ella de pronto fue pasando las hojas y mostró una hoja que le parecía particularmente reveladora. Lo revelador eran las fotos que estaban en esa página.
Eran 3 fotos de la iglesia de San Martín de Haquira (la iglesia que está en la plaza se llama de San Pedro de Haquira), con una lectura en medio de la página. Una foto mostraba en panorámica el canchón y las paredes del templo, y en una de las paredes aparecía un pequeño hombre acomodado contra la pared. La distancia de la panorámica mostraba pequeño a ese hombre. Otra foto no mostraba nada especial, sólo una ilustración de la iglesia, y una tercera foto tenía de nuevo a ese hombrecito encima de un arco de la iglesia. El asunto es que la arquitecta decía que cuando tomó la foto no había nadie, y era fácil darse cuenta de la presencia de un hombre, así que era un completo misterio la presencia de este hombre en la foto. Debo aclarar que el trabajo de campo sobre las iglesias lo hizo en 1994 y la tesis fue presentada en la UNSAAC en el año 2000.
Todo esto es pertinente de señalar, porque aquí la cuestión temporal es del todo relevante. Sucede también que en la restauración de un templo en 1994, un obrero se acercó a la arquitecta y le confesó una información espeluznante. Que él formaba parte del grupo del ejército que ingresó en Haquira en diciembre de 1988. Los sucesos de Haquira de diciembre de 1988 alcanzaron una repercusión nacional porque fueron asesinados 3 franceses que trabajaban en el CICDA junto a 2 trabajadores peruanos. Pero la versión oficial y consensual y la que siempre se ha contado es que una columna de Sendero Luminoso ingresó en Haquira, tuvo detenidos a muchos de los trabajadores del CICDA en la casa que está al lado del municipio y degolló a los franceses de una manera inclemente, de la forma sanguinaria con que solía actuar Sendero Luminoso en el Perú de fines de los 80s. Pero este obrero que trabajaba en la restauración en 1994 le dijo que no, que él formaba parte de un grupo del ejército que estaba en la zona, y que un buen día habían decidido disfrazarse como gente de Sendero, pues tenían información o sospechaban que el CICDA proveía como cupo gasolina o pertrechos, o sabe Dios qué cosas, a las columnas de Sendero que pasaban entre Haquira y los pueblos cercanos de Cotabambas y Chumbivilcas. Quizás una información falsa del todo, pero el asunto es que actuaron en consecuencia y asesinaron a los franceses. Este episodio de la matanza de Haquira, se sabe, fue la que desencadenó el retiro de la cooperación francesa del Perú por esos años, y hasta donde sé, todos los testigos o actores del episodio, entre ellos, el del que fue luego alcalde de Haquira y excelente persona, William Gonzáles, tienen la certeza que fue Sendero Luminoso el que perpetró los hechos.
Así como hay una versión oficial o consensual de los hechos, también existe una interpretación "correcta" de lo que sucedió. Esa interpretación correcta está reseñada en el libro de Nelson Manrique "El tiempo del miedo" (2003), en el cual al referirse a los hechos de Haquira encuadra estos sucesos en la disputa entre Sendero Luminoso y la Izquierda Unida por el control de las organizaciones populares del sur peruano (algo por lo demás enteramente verificable en las disputas que se dieron por esos mismos años en las luchas de tierras en Puno), de modo que la acción contra el CICDA y los franceses, respondería a una presunta cercanía entre las políticas de desarrollo agrario que propugnaba el CICDA y la línea de acción de la Izquierda Unida, de modo que la columna de Sendero Luminoso habría actuado de forma sanguinaria en función de esta disputa. Veinte años luego, un obrero de restauración que fue soldado en esa época nos muestra la facilidad con que podemos armar argumentos convincentes acerca de tantas cosas, sin que por ello, la respuesta que damos tenga que ser necesariamente cierta.
La arquitecta piensa que el hombrecito que está en las fotos de la iglesia de San Martín de Haquira es Thomas, uno de los franceses, y que si aparece en las fotos es porque tiene pendiente con los vivos una cuenta dolorosa, y que desea que se conozca la verdad, es decir, que no fue Sendero Luminoso sino más bien el ejército quien cometió la matanza, y que quizás si se hace un retrato hablado entre los testigos reconociendo a los cabecillas de esta asonada, y se coteja en los documentos del ejército, quizás se encuentre a los verdaderos culpables de la matanza, que probablemente estén vivitos y coleando en alguna parte del país. ¿Pueden los fantasmas buscar la justicia y la verdad? ¿Pueden hacerlo en medio de la estúpida impronta de las aseveraciones cotidianas del ministro de Defensa del gobierno aprista, Antero Flórez Araoz?, jurásico negador de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad. Ojalá que sí.
Bueno, pero volviendo a la arquitecta ella de pronto fue pasando las hojas y mostró una hoja que le parecía particularmente reveladora. Lo revelador eran las fotos que estaban en esa página.
Eran 3 fotos de la iglesia de San Martín de Haquira (la iglesia que está en la plaza se llama de San Pedro de Haquira), con una lectura en medio de la página. Una foto mostraba en panorámica el canchón y las paredes del templo, y en una de las paredes aparecía un pequeño hombre acomodado contra la pared. La distancia de la panorámica mostraba pequeño a ese hombre. Otra foto no mostraba nada especial, sólo una ilustración de la iglesia, y una tercera foto tenía de nuevo a ese hombrecito encima de un arco de la iglesia. El asunto es que la arquitecta decía que cuando tomó la foto no había nadie, y era fácil darse cuenta de la presencia de un hombre, así que era un completo misterio la presencia de este hombre en la foto. Debo aclarar que el trabajo de campo sobre las iglesias lo hizo en 1994 y la tesis fue presentada en la UNSAAC en el año 2000.
Todo esto es pertinente de señalar, porque aquí la cuestión temporal es del todo relevante. Sucede también que en la restauración de un templo en 1994, un obrero se acercó a la arquitecta y le confesó una información espeluznante. Que él formaba parte del grupo del ejército que ingresó en Haquira en diciembre de 1988. Los sucesos de Haquira de diciembre de 1988 alcanzaron una repercusión nacional porque fueron asesinados 3 franceses que trabajaban en el CICDA junto a 2 trabajadores peruanos. Pero la versión oficial y consensual y la que siempre se ha contado es que una columna de Sendero Luminoso ingresó en Haquira, tuvo detenidos a muchos de los trabajadores del CICDA en la casa que está al lado del municipio y degolló a los franceses de una manera inclemente, de la forma sanguinaria con que solía actuar Sendero Luminoso en el Perú de fines de los 80s. Pero este obrero que trabajaba en la restauración en 1994 le dijo que no, que él formaba parte de un grupo del ejército que estaba en la zona, y que un buen día habían decidido disfrazarse como gente de Sendero, pues tenían información o sospechaban que el CICDA proveía como cupo gasolina o pertrechos, o sabe Dios qué cosas, a las columnas de Sendero que pasaban entre Haquira y los pueblos cercanos de Cotabambas y Chumbivilcas. Quizás una información falsa del todo, pero el asunto es que actuaron en consecuencia y asesinaron a los franceses. Este episodio de la matanza de Haquira, se sabe, fue la que desencadenó el retiro de la cooperación francesa del Perú por esos años, y hasta donde sé, todos los testigos o actores del episodio, entre ellos, el del que fue luego alcalde de Haquira y excelente persona, William Gonzáles, tienen la certeza que fue Sendero Luminoso el que perpetró los hechos.
Así como hay una versión oficial o consensual de los hechos, también existe una interpretación "correcta" de lo que sucedió. Esa interpretación correcta está reseñada en el libro de Nelson Manrique "El tiempo del miedo" (2003), en el cual al referirse a los hechos de Haquira encuadra estos sucesos en la disputa entre Sendero Luminoso y la Izquierda Unida por el control de las organizaciones populares del sur peruano (algo por lo demás enteramente verificable en las disputas que se dieron por esos mismos años en las luchas de tierras en Puno), de modo que la acción contra el CICDA y los franceses, respondería a una presunta cercanía entre las políticas de desarrollo agrario que propugnaba el CICDA y la línea de acción de la Izquierda Unida, de modo que la columna de Sendero Luminoso habría actuado de forma sanguinaria en función de esta disputa. Veinte años luego, un obrero de restauración que fue soldado en esa época nos muestra la facilidad con que podemos armar argumentos convincentes acerca de tantas cosas, sin que por ello, la respuesta que damos tenga que ser necesariamente cierta.
La arquitecta piensa que el hombrecito que está en las fotos de la iglesia de San Martín de Haquira es Thomas, uno de los franceses, y que si aparece en las fotos es porque tiene pendiente con los vivos una cuenta dolorosa, y que desea que se conozca la verdad, es decir, que no fue Sendero Luminoso sino más bien el ejército quien cometió la matanza, y que quizás si se hace un retrato hablado entre los testigos reconociendo a los cabecillas de esta asonada, y se coteja en los documentos del ejército, quizás se encuentre a los verdaderos culpables de la matanza, que probablemente estén vivitos y coleando en alguna parte del país. ¿Pueden los fantasmas buscar la justicia y la verdad? ¿Pueden hacerlo en medio de la estúpida impronta de las aseveraciones cotidianas del ministro de Defensa del gobierno aprista, Antero Flórez Araoz?, jurásico negador de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad. Ojalá que sí.