El extranjero desvaído
Por estos días ha reaparecido mi tendencia a la soledad, (en realidad, sólo está encubierta por la fluoxetina, pero creo que es una realidad cuasi-absoluta mía, la misantropía) y una serie de malentendidos se han ido sucediendo. Importan poco o nada estos malentendidos porque hay cosas claramente más importantes, de verdad mucho más importantes en las que pensar. Malentendidos del tipo de los que aparecen en El Extranjero, de Albert Camus, pero sin hundir a nadie lo suficiente. Por ejemplo, el otro día estaba verdaderamente cansado y me dieron ganas de visitar a Hernán, y la verdad que fue una alegría verlo, pero N. interpretó que yo me había molestado por algo porque no fui a casa. En realidad no me había molestado con nadie y por nada, pero me parecía totalmente inútil decirle que estaba cansado y me iba a dar una vuelta (porque.. ¿para qué ocupar a los otros en uno, cuando uno sabe que el otro tiene la cabeza revuelta por miles de cosas?) y total fui caminando muy campante donde Hernán y chévere, me recibió contento en su depa y me dijo que había hecho el camino a pie y mula por las comunidades campesinas de Haquira y ahora tenía muchísimas ideas más claras respecto al tiempo de la violencia política en la zona. Al rato, en casa de Hernán, me quedé dormido de cansancio.
Al día siguiente estuve más cansado todavía, no sé bien porqué, y más bien sentía que mi presencia no tenía mucho sentido en general (sin derivar en una reflexión existencial ni nada por el estilo), así que me la pasé sin hablar con nadie y hasta con un poco de sociopatía (no veía porqué había de ser cordial con gente que apenas conocía, cuando iba vagando y encontrándome con personas por las calles de Cuzco, y después me di cuenta que iba a estar con un poco de mal humor si iba a ingresar en conversaciones que apenas deseaba) y parece que con ese distanciamiento de todo, con el silencio y desaparición, para N. confirmé que estaba molesto. En fin, soy muy malo ahora para los vínculos humanos de cualquier tipo, aunque creo que no lo era en el pasado. Un pasado que se remonta a fines de los años 80s, por eso creo que es un recuerdo que ya no cuenta. Malo, pésimo, para los vínculos humanos, y en realidad siempre he dicho eso últimamente, que soy malo para los lazos personales, y no miento, pero comprendo muy bien que esto siempre se olvide. Hasta de vez en cuando lo olvido también yo.
Me doy cuenta que sí hay algo que me ha molestado, muy lateral y secundario, pero no es comentable. Mi pregunta ahora es si el altruismo es una cosa parecida al ansia de poder pero en sentido inverso, es decir, si las personas entregadas admirablemente a acciones altruistas llegan a un punto que convierten ese sentir solidariamente a los otros en la única dimensión posible de vida. Comienzo a pensar que sí. Y bueno, es inevitable que casi el grueso de los seres quedemos descoloridos y desvaídos frente a la fuerza de generosidad que han sabido labrar en sí mismos.
Me refiero a esto porque mi entorno es precisamente de personas excepcionalmente generosas, para las que las actitudes altruistas forman parte de su cotidianeidad hace demasiado tiempo.
Quizás este enclaustramiento en la solidaridad que, curiosamente, convive en el presente con toda la cultura hedonista que campea en la televisión y en las noches de las ciudades -no sólo noches-, es un fenómeno absolutamente necesario, un asunto muy profundo de nuestros tiempos, inadvertido (se habla poco en la actualidad de la gente que se rompe el lomo por los demás, quizás justamente porque una de las características de estas personas, es la gratuidad de sus actos)... Aunque resulte un poco torpe señalarlo, desde la Cábala judía se dice que siempre, cada tiempo, cada época de la humanidad, necesita 34 justos (siempre secretos, la mayoría de las veces son absolutamente desconocidos para los demás, y es enteramente difícil que aparezcan en los diarios) para que el mundo se mantenga palpitante y vivo.
Y pienso también, adicionalmente, que no cabe, realmente no cabe, un ensimismado y misántropo en el mundo de un altruista de los verdaderos.