domingo, 31 de mayo de 2009

El Oso (1988), The cougar scene

Este video tan emocionante llegó a mi facebook gracias a un enlace de Camila Cisneros.

martes, 26 de mayo de 2009

Compañeros de tratamiento

Tengo la impresión que está por empezar un nuevo período en mi vida. Como Daniel Johnston, ese loco gordo e inspirado, me viene esa sensación de empezar de nuevo como desde cero cero. Recordando lo que viví hace unos meses, quisiera haber sido entonces el que soy ahora, para vivir ese período con esta conciencia. Pero en cada momento, no somos más que lo que es posible en ese período. Este pensamiento tan sencillo y tan obvio, sin embargo, a veces nos puede entristecer si meses después nos encontramos más inspirados, respondiendo más directamente a los latidos de nuestro corazón y al fluir de nuestra sangre. Pero es menos posible hacer previsiones cuando tenemos un largo historial de caídas en el hoyo, de largos períodos de pérdida absoluta del yo bajo el cual vivimos en el pasado. Llegamos a creer que es mejor que nos olviden. Ahora voy a Cuzco.

Recuerdo cuando fuimos con Adriana al hospital Valdizán. Por propia cuenta, creo, jamás habría ido. El hospital Hermilio Valdizán, junto con el hospital Larco Herrera, constituyen los hospitales a los que acuden con mayor asiduidad en Lima, los pacientes con desórdenes mentales. Pero yendo con Adriana el larguísimo viaje hacia la Carretera Central, donde quedaba el hospital, pasaba como si nada, los buses y combis que atraviesan por el cine Orrantia de Javier Prado y su interminable trayecto por trasmundos de la ciudad que nunca sabré determinar, muchas zonas llenas de baldíos y pampones de tierra, todo eso perdía monotonía y la oscuridad propia de una mañana de invierno limeño al verla a Adriana hablando en la combi, con su muy linda sonrisa y su chompa verde clara. Adquiría una mayor claridad el cielo de Lima que entraba por las ventanas y venía concentrado y reluciente junto al brillo mojado de las pistas, y me traía una extraña sensación de frío y felicidad. Ella se atendía con el doctor Zegarra, y sólo consiguió para mi el doctor Loli. Ella pensaba que Zegarra era bueno, y que por esa cosa de patería compartiéramos doctor, para hablar y comentar de Zegarra y ser en cierto sentido, cómplices y compañeros de tratamiento. Demás está decir que eran los psiquiatras de planta, que sólo atienden al público general los jueves en el Valdizán y la atención entonces valía 7 soles, un precio popular (esto significa 1 euro y medio, más o menos, lo digo para los lectores europeos, ja) . Ya era una cosa especial en sí misma estar en la cola para la atención, que se daba en una pequeña habitación, con sillas a los lados. En el parque que estaba fuera de los consultorios, con los setos crecidos en desorden y sin cuidado, pero bastante verdes según recuerdo, había un hombre parado en un solo pie y con los brazos estirados. Lo veía de espaldas. De qué tipo de locura se trataría la locura de un hombre parado en un solo pie es algo que yo no puedo establecer, y de lo que no tengo la más puta idea. Pero esperando al doctor había un gordo, con los cachetes cárdenos por algún flujo sanguíneo libre y claro sobre el rostro, y que Adriana trató con completa amabilidad, preguntándole por otras personas que habían estado internadas con ellos, porque al parecer, Adriana y el gordo de los cachetes cárdenos habían compartido internamiento. Al rato, Adriana se había ido a comprar un agua mineral para pasar el rato sin sed y yo seguía sentado al lado del gordo de los cachetes cárdenos, y de pronto lo sentía sacudir todo su cuerpo de risa. Lleno de espasmos y con una risa que se ahogaba por momentos, todo él era risa que venía gratuitamente, desaforada y solitaria risa porque ni siquiera me dirigía la mirada, y evidentemente, me hacía sentir que estaba rodeado de gente algo distinta, si me puedo referir al asunto de algún modo.

En fin, en esta cabina internet vienen las notas tan amables y entrañables, de "Soy muchacho provinciano", música de Chacalón, algo que cantaban los niños que se hicieron nuestros amigos, de Pako y Gaby, subiendo a pasar un rato hueveando en Sacsayhuamán.

jueves, 21 de mayo de 2009

El viaje

Después de mucho tiempo, siento la ilusión de viajar. Por años y años he hecho esta ruta de viaje, de Lima hacia Cuzco, pero en ninguna tenía la impresión de que las cosas cambiarían. A diferencia de esto, ahora me parece suficiente cambio llegar al depa de Hernán en Cuzco, y hablar libremente de infinidad de cosas mientras el sol baña la habitación. No es que me moleste el invierno de Lima, es más, me inspira mucho, pero aquí en las largas horas de lectura me siento recogido en mi mismo, y no siento que ninguna de las observaciones y pensamientos que voy teniendo, resulten relevantes sino en mi fuero interno. Se necesita espíritu de estudio para valorar ciertos pensamientos que no son útiles en sí mismos, y que jamás lo serán, pero que un espíritu imaginativo, o tan solo un espíritu estudioso, sí puede apreciar. Por ejemplo, este repentino placer por todos los movimientos insospechados de los caudillos al principio de la República del Perú, la figura llena de temeridad de Felipe Santiago Salaverry, caudillo limeño, las explicaciones de fondo sobre la diferenciación social en el campesinado a partir de las matrículas del tributo indígena, u otras cosas menores, como cuando aparece la información sobre Canas y Canchis, que la cosa se pone emocionante para mi. Motivos personales, le dicen. Y cuando observo con cuidado toda la información nueva sobre Chumbivilcas me parece tener elementos de juicio para redactar otros nuevos pedazos de la historia de Chumbivilcas, aumentarle una nueva viñeta, un nuevo dibujo al ejemplar lleno de figuras que fue repartido en Santo Tomás alguna vez, en el Salón Consistorial del Municipio, mi primera llegada a Santoto así, un auditorio lleno de gente y muy iluminado de luz muy amarilla, centenares de ponchos, chullos, y rostros indígenas (estaba abarrotado en realidad el salón, de "tope a tope", como dicen) mientras alguna señora campesina levantaba la mano y decía luego que el libro "Historia de Chumbivilcas" -del que uno de los autores era Hernán, el otro yo- desnudaba todas las formas en que los hacendados habían maltratado a los indígenas en la zona. Luego, en privado, me decían que la señora campesina que había intervenido, era una hija no reconocida de un ex-hacendado de Santoto.

En lo estrictamente personal, no tengo ni idea de lo que traerá este viaje, no me atrevería a adelantar nada. Ya el hecho mismo de mirar por las ventanas del omnibus la sierra, todo ese verde entre Puquio y Chalhuanca, me resulta suficiente bendición. Lo último que se me ocurre pensar es que estos viajes, en el Perú, conllevan algún peligro. Aunque me parece que voy a hacer el horario de omnibus que ya es de día en todo el tramo que va entre Abancay y Cuzco, que suben al omnibus en Limatambo las mamitas a vender papa helada, tanto ahí como en Izcuchaca. En Izcuchaca también suben a veces los maestros, que se trasladan al revés, es decir, van de ahí hacia los barrios como Puquín, maestros originarios de Izcuzhaca y Ancahuasi, en Anta, que dictan las clases en los colegios de la periferia de Cuzco ciudad (viviendo en Cuzco, lo normal es ver el desplazamiento de los maestros en la madrugada hacia las provincias, diariamente). Si tienes abierta la ventana del omnibus y un maestro se baja solo en Compone, en la Pampa de Anta, oirás que los niños lo saludan: -Buenos días, tío. Todos los adultos somos tíos de los niños de Compone, es bastante evidente que los lazos de parentesco son tan estrechos en los pequeños pueblos de las serranías andinas, que establecer que los regidores son primos del alcalde, ese asunto del nepotismo, es un completo absurdo en el universo de los jueces de paz, tenientes alcaldes, al menos un completo absurdo desde la perspectiva de las normales alianzas y uniones sociales para hacerle frente a la vida en los Andes. En un poblado de 2000 habitantes, uno no conoce a nadie más capaz para apoyar la labor municipal que uno de sus tantos primos hermanos, o primas hermanas, o menos que eso, porque todos son igualmente campesinos, y dotados de un criterio hasta cierto punto, similar. Y en la comunidad, como en cualquier parte, la confianza no es un lujo, es una necesidad.

domingo, 17 de mayo de 2009

A la deriva, alma flotante y a la deriva

Ando sumamente desesperado por estos días. Y esa desesperación me ha traido litros de alcohol y peores vicios. La vida en Lima resulta más pegada a la computadora y eso me parece deplorable, y así he decidido salir otra vez por los pueblos que conocí a medias pero que tuve la oportunidad de conocer más a fondo, los pueblos al interior de las provincias de Cuzco. El otro día en un cumpleaños encontré al Defensor del Pueblo de Cuzco, Silvio Campana, y le conté de un caso de violación de una niña por parte del alcalde de Colquemarca, cuando era profesor. "Colquemarca" -me repitió, inclinando la cabeza. Le dije si no podían tener 13 personas desplazadas por todo el departamento, ya que en Cuzco las provincias son 13, aunque sea para cubrir mínimamente las quejas de la población ante abusos flagrantes de los funcionarios. "Aunque sea 1 por provincia", le dije, sabiendo que la provincia de Chumbivilcas está totalmente huérfana de representantes de la Defensoría. "No hay presupuesto"-me señaló. No dije nada. Luego una chica medio francesa medio peruana estaba sentada a mi costado y me miraba. Yo también la miraba, y estábamos así, en silencio, al lado uno de otro, en medio de gente, y ella me miraba y yo la miraba sin que nos dijéramos palabra. Nuestros rostros estaban a 20 centímetros de distancia, así que resultaba completamente directo. Así a cada momento y durante un rato. De más está decir que no sucedió nada, porque el marido estaba en las inmediaciones y ni siquiera sé bien su nombre. Mientras conozco gente que aprovecha cada oportunidad que se presenta, yo por el contrario, soy todo un especialista en perder las oportunidades.

Y esta mañana terminé de leer "Todas las Sangres", de Jose María Arguedas. He sentido que el espíritu de Arguedas me ha empezado a rondar, porque la verdad es que he estado tan absorto leyendo esta extensa novela, y en la propia novela relatan como el espíritu de los suicidados están cerca de los seres que los han querido, porque según la cosmovisión andina, los suicidados tienen un alma que vaga y vaga, y si me pongo a recordar, todos los suicidados de mi vida son adorables, y en los momentos más inesperados, siento que me cuidan.

A la persona en la que pienso todo el tiempo, a estas alturas, no la entiendo. A veces pienso que quiere que sufra y que lo está logrando, que mi vida se está volviendo un completo enredo indescifrable, con todas las formas de locura del caso. Siento que debo importarle bien poco para que se hayan generado situaciones de discusión, que en realidad, son deleznables y que no deberían importar nada.

sábado, 9 de mayo de 2009

Otras coordenadas de pensamiento y sensibilidad

He entrado ya a un estado muy distinto a los que me configuraron interiormente hace unos meses. De parar con Javier y Bea, y más por el tipo de recuerdo que trae esta última (Javier y Bea son pareja ahora y yo lo celebro), parece que las coordenadas internas en las que me estaba desenvolviendo comienzan a ser otras. No tan otras, pero ya hay algunos pensamientos más ligeros y también los recuerdos han comenzado a posicionarse con entera claridad. Para mi son básicos los recuerdos, cuando estaba en Chumbivilcas sentía que prácticamente no vivía, nada significaba para mi salir los viernes o sábados a las discotecas, o el mismo trabajo si bien me resultaba grato, no incidía mucho en el sentido de los acontecimientos más de fondo de mi vida. No quería que fuera así, pero así era. Lo que verdaderamente parecía significar mucho para mi era la media hora en la tarde, muy de tarde en tarde además, en que parecía recordar. Es decir, extrañamente, toda mi expectativa de vida se hallaba en un territorio netamente subjetivo e invisible, podía cantar al ducharme y los compañeros de trabajo me comentaban alguna cosa, se sentían sorprendidos de ese hábito que es tan común entre los humanos de cantar en la ducha, o podían darse las historias de fantasmas con que Carlos Cerrillo matizaba las impresiones del día, pero nada parecía calar dentro de mi sino los 15 o 30 minutos que yo estaba abstraído y fuera de la realidad, en el territorio más real de mis recuerdos.

Bea, claro está, me trae recuerdos. Y no creo que sea gratuito que luego, en los días siguientes, haya iniciado un nuevo ciclo de lecturas, y que los cuestionamientos (el odio) hacia mi mismo sea más profundo. Ella es como un pasadizo, un puente hacia un pasado en el cual nada estaba definido del modo como lo está ahora,en ese entonces todo parecía vivencia en bruto que no podía procesar, y que ahora pienso, mejor era así, no procesable. He vuelto a leer Yawar Fiesta de Arguedas entre ayer y hoy, y he avanzado con la lectura de "En pos del tributo en el Cuzco rural (1826-1854)", en ambos casos, aunque sea una realidad solitaria en la que esté apartado, encerrado todo el día leyendo estos libros, sin embargo, es como si se soltaran nuevamente amarras hacia mundos de sensibilidad que desplegué en un momento, y luego, silencié. Este último libro me ha permitido hacerme una idea de los procesos histórico-sociales en Chumbivilcas y Cotabambas sobre fines del siglo XVIII. Yo pasé los primeros meses del año 2001 viviendo prácticamente en la biblioteca del Centro Bartolomé de las Casas en Cuzco. El trabajo que hacía era de investigación histórica, iba también por el Archivo Arzobispal y por el Archivo Departamental de Cuzco, en este último tuve la suerte de conocer al gran Hernán Sullca, amigo como no hay otro en este aciago mundo. Lo que venía investigando era la historia de Haquira, y bueno para poder elaborarla, tenía que cruzar información diversa, y encontrar un documento que alumbrara, explícitamente, una parte de la historia de Haquira era todo un hallazgo. Así que cuando aparecieron las 3 páginas de la crónica agustina de Ramos Gavilán sobre la virgen de Copacabana (1621) en que hacía mención a un indígena de Haquira que comenzó a predicar contra el catolicismo en 1596, y procedieron a quemar las cruces y símbolos cristianos en Mara, Piti y Haquira, resultaba toda una felicidad indagatoria. En ese entonces, se sentaba frente a mi en la biblioteca Marisol de la Cadena, y me hablaba de la investigación que estaba realizando en los diarios y revistas de Cuzco de los años 20 y 30, para ilustrar con mayor precisión el asunto del tema racial en la sociedad cuzqueña, y yo le citaba textos bastante desconocidos de los viajeros europeos en Perú del siglo XIX, porque es una locura y un placer grande leer a esos viajeros, anécdotas donde la sociedad peruana se retrataba casi desnuda respecto a eso (por ejemplo, el texto que está en Charles Wiener, en el que en una hacienda pasa un chino y defeca junto a un caballo...o los textos de este mismo autor en que los chinos son golpeados por los negros libertos), que al final seguro no le sirvió de nada porque a veces los conocimientos que tengo vienen precisamente de mis recuerdos, y de fragmentos de vida dedicados a la lectura con un placer inefable. Ella ni me recordará, estoy seguro que no me recuerda, pero su libro de "Cuzco, raza y cultura" editado en el 2004, está en la casa de N. en Cuzco...

También avanzo raudo en "Todas las Sangres" y tengo desde ya muchísimas, pero muchísimas observaciones...(post en formación, ja)

lunes, 4 de mayo de 2009

Un poco muerto ya

Han sido días duros estos últimos, días muy duros. Ya ni reviso mi correo electrónico que es donde podría haber algún tipo de comunicación que cambie un poco esto. Porque no. Días muy duros y por momentos he despertado en mi cama a la mañana como si una cosa honda y muerta se hubiera apoderado de mi. A pesar de eso, he salido por Barranco y he hecho nuevos amigos, el otro día hasta llegué a la fiesta de M.S. en La Noche de Barranco y hubo quien me recibiera diciendo mi nombre, y luego, agregando: "Has llegado, eres una leyenda viviente, no sabía que escribías tan bien. Rolando, al toque que supo que habían llegado con Javier y Bea, se fue para abajo a recibirlos" (la fiesta era en un segundo piso). Pero yo estoy de acuerdo con N., son intenciones literarias de mayor contundencia las que deben concentrar mi atención, no en vano aprecio tanto a Stanislaw Wietkiewicz, a Czeslaw Milosz, o los relatos de Ryosonuke Akutagawa e Isaak Babel, y sería una verguenza que no reflejara con el tiempo la claridad con que he ido releyendo la obra de Franz Kafka o de Cesare Pavese. Ella tiene razón, a pesar que la comunicación con ella haya desaparecido.

A veces me quedo viendo el rostro de los escritores, y concentrado mucho en su mirada y en sus facciones, trato de reconstruir sus pensamientos y sensibilidad a través de su retrato o fotografía. Lo he hecho con Julio Cortázar y con Hermann Melville, y con Czeslaw Milosz. Es como si mi propio rostro adquiriera sus cejas, hirsutas y gruesas como en el caso de Milosz, o la amplitud de la mirada, como en el caso de Cortázar. Estoy con mi burro peruano del Perú, perdonen la tristeza. Todavía este mes no me pagan, pero yo he decidido seguir haciendo constantemente mi rutina de vida entre Cuzco y Lima, no puedo prescindir de ninguno de ambos lugares. Y también ahora muero por ir a la selva, alguien me inoculó la adicción hacia la selva, y entonces ahora yo quiero ir a la selva, a cualquier selva. Javier me había dicho que sí, que me mandaba al VRAE, pero estaba con una copita de pisco (que yo olía como un enfermo, qué rico el olor del pisco), y entonces quizás haya sido un simple momento de alegría, pero cuando toque la decisión tan importante, sólo vayan los más altos representantes de Derechos Humanos en el Perú.


Me gusta quedarme en el departamento de mi hermano Augusto toda la mañana. La paso leyendo, viendo series de cable, pensando, todo es libre y la soledad tiene un sabor de tranquilidad, además que puedo poner Samba pa ti de Santana, y para mi representa un viaje directo a los mejores momentos de mi vida.